martes, 24 de junio de 2014

Manufactura Barata en promoción

Por: Eduardo Garay
Eduardo en FB

He robado, he mentido a lo que más prefiero.
Hago y he hecho bastantes cosas como para que me corten los huevos y la mitad de mi cuerpo.
Definitivamente razones no tengo para dejar en claro, esto de lo que cuento, el porqué de la acción en cada cosa.
Me gusta, lo disfruto, me da ese pequeño hormigueo por todo el cuerpo, liberando, de poco en poco, dosis de adrenalina: que provocan nauseas, taquicardias y emociones que, aseguro, ya has sentido.
He mandado a chingar hasta a mi madre, y hasta la del papa frente a varios creyentes, y no por eso quiero decir que tenga una vida de lo mejor, pero no me arrepiento de hacerlo.
Así como lo hago, estoy consiente de lo que también pueden hacerme, pero por eso no me preocupo.
En fin.
Consecutivamente me he puesto a pensar, después de tanta pendejada, de qué me arrepiento,
y bueno, algo seguro debía haber; y sí.
Te encontré algunos meses después con alguien que no era yo,
con otro que besaba tus ojos y tu frente,
con ése que atribuye a tu sonrisa con poco más de dos palabras y un beso en la mejillas.
Con el que pierdes el día pero no el tiempo,
con la persona que prefieres darle un suspiro para desmayarlo y resucitarlo si tú quieres.
Con el que bailas en la cama mientras lo oscuro se hace luz a plenitud de tu cuerpo.
Con aquél que, hace tiempo,
hubiera sido yo.

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