martes, 10 de junio de 2014

Pensamientos en Azul

Cerdito encebado, el perdón.
Por: Azúl Mayán
@AZULMAYAN


Uno de mis pasatiempos favoritos es “estar conmigo sin compañía” viendo la vida pasar, puede ser desde un café o en mi restaurant preferido viendo el atardecer, (mi momento favorito del día), puedo pasar horas ininterrumpidamente sin hablar solo respirando y observando, viendo la danza del universo.

Mientras sorbo con gusto mi bebida y la tarde va pintándose de rojos, amarillos y naranjas en todas sus tonalidades, siento como mis células enloquecidas por el calor todo el día se extienden y relajan, saboreando con todos los sentidos el atardecer del caribe, palmeras, olas lucidas sonriendo ayudadas por el sol, entrecierro los ojos para olerlo todo, inhalo profundo, la brisa se adueña de mí, ahhh esto es el cielooo pienso sin moverme.
¿Cuánto tarde en llegar hasta este momento? ¡Ya ni me acuerdo!, sentir esta expansión de mí dentro de mí compartiendo con el mundo es mi logro personal más pugnado.
En mis veintes lo último que quería inhalar era la brisa, tuve las peores relaciones amorosas y de amistad que una buena madre quiere para su hija, me metí en muchos problemas y culpe hasta el hartazgo al mundo entero por esto.
Lloraba, despotricaba, enloquecía, y usaba cualquier cantidad de placebos que fueran necesarios para calmar mis “profundas heridas” , hay Yisus cuanto “sufría”, obviamente mis chivos expiatorios favoritos eran mis muy disfuncionales padres, pss a quien más culpo. Después vinieron las nefastas relaciones y el maestro del dolor que me hizo crecer lo que nadie, gracias por cierto.
Aun en estos momentos de mi amanecer como humano mi compañía era lo que más apreciaba, por ello el ente en el que mi cuerpo y mente se estaban convirtiendo empezó a dejar de gustarme. Me vanaglorio de tener una personalidad fuerte desde muy pequeña, siempre me sentí genial, autónoma, intelectual, (sí mi ego habla) por eso cuando vi al espejo un esparadrapo me asusté, y me aterre al suplicar por la presencia de alguien.
El culpable de mis males, ese cualquiera, sin nombre, fue maldecido hasta el cansancio, estropee mi digestión, también mis manos, quería lastimar el corazón pero eso ya había pasado no de forma metafórica sino literal, al saber que mi genética viene con cáncer de colón incluida, dije ¡alto!, yo lo único que padezco es “odzito panda” y el único cáncer que me gusta es el signo de mis mejores amigas Eli y Bertha, así que con el freno de mano bien puesto y una botella (buen a lo mejor dos..) de “Juanito caminador” baje al inframundo para enfrentar a ese ente malévolo que me carcomía las emociones, los pensamientos y el cuerpo.
Enfrentar la realidad al saber que la única que tomo decisiones permanentes basadas en emociones temporales, paradigmas, y costumbres heredades fui yo con todo y sus resultados, fue peor que la resaca moral y física de mis días de expiación. Aplicar la cura es todo un acto de feria de los años cincuenta, esa dónde debías atrapar al cerdito engrasado, el permio era la “bestiecita chillona “, pa´que quiero un cerdo chillón y sucio como premio.
Según el diccionario el perdón es “librar a una persona de una deuda, un castigo o una obligación” , en este caso al pobre cerdo de la cazuela, (soy incapaz de comerme un bebe cerdo, un papa cerdo sí) . El perdón es ensordecedor chilla y chilla y crees que debes “perdonar a alguien para que se
calle”, cuando lo único que chilla es tu conciencia por no haberla escuchado, que el perdón es escurridizo, encontraras mil pretextos para evitar llegar a él “¡pues mira si sufrir tiene su onda, da tema de conversación, te hace ver y sentir frágil, utilizada,” , aun cuando hacerlo te llene más de brea, y al obtenerlo la responsabilidad que te da de tu propia bestiecilla chillona, es aprender a educarla, para que no vuelva a ser un premio de feria, hasta los peores merecen una segunda oportunidad.
¡En fin! lo mejor de la vida es poder escuchar a la vida misma con el poder consiente de saber que la única que tiene jerarquía en mí soy yo.
El perdón empieza al entender que fallar, caer y equivocarme es parte de este andar, y si en esas alguien me puso el pié y tropecé ¡mi atención no era suficiente!, ¿su intención? su karma se lo cobre que mi andar nada lo detiene.

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