SE VA A DAR CUENTA DE LO QUE VALGO.
Por: Daniel García
Distorsión cognitiva: Minimizar los defectos de la pareja o la relación, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.
Es posible que en ciertos casos esta afirmación tenga soporte en la realidad, y algún día la persona que hoy nos rechaza caiga en cuenta, se arrepienta sinceramente y haga un reconocimiento del amor perdido. Pero el problema es de tiempo, es decir, ¿cuándo?
He conocido gente que se demora años en descubrir el afecto, pero ya es tarde. Más de un solter@, en el silencio de la más profunda orfandad afectiva, maldice el haberse jugado la vida a una sola carta, a un sueño interminable que se convirtió en plantón.
¿Cuánto hay que esperar? ¿Semanas, meses, años? ¿Se justifica la demora? ¿No es mejor oxigenar la vida con alguien que no necesite retiros espirituales y ausencias lejanas para reconocer que puede amarnos? A pesar de que el sentido común sostiene que las cosas hay que perderlas para valorarlas, desde mi punto de vista y refiriéndome exclusivamente a una cuestión de respetabilidad personal, el solo hecho de que tengan que “perderme” para “valorarme” es incomprensible, además de mecánico.
Si eres una de esas personas que están esperando la evaluación, a ver si pasaste el examen como pareja, recuerda que no eres un objeto de compra-venta. El evalúo afectivo siempre es incorrecto y estúpido. Empero, si lo anterior no te ha convencido, quizá las estadísticas logren despabilarte: los que dudaron afectivamente una vez, vuelven a dudar. Puede haber más exámenes. Es mejor no vivir en la incertidumbre. Si no te aman hoy, no te aman.
No resignarse a la pérdida, Persistir obsesivamente en recuperar un amor perdido.
No darse por vencido y luchar hasta la muerte es muy recomendable en muchos aspectos de la vida, pero cuando se trata de amores difíciles o imposibles, el consejo hay que tomarlo con pinzas. En determinadas circunstancias, aprender a perder y retirarse oportunamente puede ser la mejor elección. Cuando la perseverancia se convierte en obstinación, la virtud cede paso a la inmadurez. y la falta de comprensión.
Es posible que en ciertos casos esta afirmación tenga soporte en la realidad, y algún día la persona que hoy nos rechaza caiga en cuenta, se arrepienta sinceramente y haga un reconocimiento del amor perdido. Pero el problema es de tiempo, es decir, ¿cuándo?
He conocido gente que se demora años en descubrir el afecto, pero ya es tarde. Más de un solter@, en el silencio de la más profunda orfandad afectiva, maldice el haberse jugado la vida a una sola carta, a un sueño interminable que se convirtió en plantón.
¿Cuánto hay que esperar? ¿Semanas, meses, años? ¿Se justifica la demora? ¿No es mejor oxigenar la vida con alguien que no necesite retiros espirituales y ausencias lejanas para reconocer que puede amarnos? A pesar de que el sentido común sostiene que las cosas hay que perderlas para valorarlas, desde mi punto de vista y refiriéndome exclusivamente a una cuestión de respetabilidad personal, el solo hecho de que tengan que “perderme” para “valorarme” es incomprensible, además de mecánico.
Si eres una de esas personas que están esperando la evaluación, a ver si pasaste el examen como pareja, recuerda que no eres un objeto de compra-venta. El evalúo afectivo siempre es incorrecto y estúpido. Empero, si lo anterior no te ha convencido, quizá las estadísticas logren despabilarte: los que dudaron afectivamente una vez, vuelven a dudar. Puede haber más exámenes. Es mejor no vivir en la incertidumbre. Si no te aman hoy, no te aman.
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