Por Luisa Lane
A principios de la última década del siglo pasado, cuando apenas comenzaba a entenderse como funcionaba la televisión de paga en nuestro país, sólo existían dos medios en los que se podía ver partidos de fútbol o eventos deportivos: TV Azteca o Televisa.
Ambas televisoras utilizaron la misma maqueta para sus transmisiones especiales: cápsulas sobre la historia del país y las ciudades sedes, cápsulas sobre la historia de los equipos participantes, cápsulas “de color”, entrevistas a gente de la calle y una sección de comedia.
Aunque las transmisiones de los eventos deportivos y partidos en sí, tenían más audiencia en Televisa; los programas especiales de TV Azteca se llevaban su buena parte de la audiencia, gracias a la personalidad de José Ramón Fernández y el equipo que conjuntó en esos años para acompañarle.
Pero con la entrada del nuevo siglo, lo que entonces era un mercado cautivo que sólo se repartía entre dos, se encontró de un día para otro con opciones a escoger para disfrutar las transmisiones de su deporte favorito.
TVC Deportes llevó la transmisión de los Juegos Olímpicos en China a un nuevo nivel con señal en vivo las 24 horas – por la diferencia horaria -, con cobertura completa de todos los eventos, con mesas de información y discusión frescas y ágiles y sacando por completo del concepto la comedia.
Con el Mundial Brasil 2014, además de la televisión abierta, la señal de cable con sus decenas de canales especializados en deportes, tenemos los partidos en streaming, el livebloging de locutores vía twitter, la audiencia en vivo dentro del estadio publicando en Facebook y otras diez opciones más de vivir la emoción mundialista, situación que pone a este formato básico de producción televisiva de eventos especiales – que aún siguen utilizando Televisa y TV Azteca -, un muy ridículo estado anacrónico y obsoleto.
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