Por Eduardo Cárdenas Garay
A diferencia de muchos otros que acá postulan su conocimiento y
entendimiento ante cualquier situación, me presento aquí, suponiendo que
no a todos les atrae este circulo de la poesía, porque en definitiva,
yo como"poeta" digo que no sirve de nada eso, lo de la poesía.
Digo que no sirve, por hechos y razones, por costumbre y a veces porque
en realidad no sirve como tal. Las personas están acostumbradas al ramo
de rosas, al paseo por la plaza comercial o el parque, hoy día ya es
muy común eso del café, eso de hablar bonito, o eso de echar el verbo.
Pero puedes decirme, te sirve la poesía? No la de Benedetti, no la de
Cortázar, no la de Girondo ni la de Paz, tampoco la de García Márquez,
sino esa que se habla en pocas bocas, la que no sale de la habitación
del que escribe, de la soledad que concurre, del recuerdo que no deja
existir al de las letras. A esos me refiero, a ellos y a mí, que por lo
menos, de pendejadas me sobra la boca.
Pero de igual manera creo que alternar las pensamientos que tienen
unos y los otros, no sólo como columnistas, reporteros, directores,
políticos, sino directamente como esencia de persona, se embellece hasta
el coño más sucio. No dudo que poetas hay y sobran, que calidad de
poesías salen día con día y que un par de estúpidos creídos quieren
darse a notar o hacerse interesantes mediante el círculo más jodido, que
al menos yo conozco.
- Hace ya unos cuantos días me di a la oportunidad de salir, digo,
siempre he tenido esa oportunidad, pero vaya que es importante redactar
que en especial, y con gran percepción, me refiero a esto.
Fuegos que no se apagan con todo el aire.
La miré.
Hice lo que cualquiera haría al mirarla: voltee la cabeza, me fije en
el suelo, para ver nada –aunque fue estúpido- y vi como mis pies se
movían en sintonía. Usé un ojo para verla sin que supiera –supongo- y
notaba que me veía, no sé qué, no sé por qué, y no entendía. Alzaba la
cabeza para ver algo que ni llamaba mi atención, la nada, y recaía en
las ganas de verle de frente: sonriendo, diciéndonos estupideces que
regularmente decimos, para insultarnos, para besarnos las mejillas suave
y lentamente, para no hacer tan corto el tiempo.
Miramos, escuchamos, percibimos la nada. Y está bien. Nos damos a la
tarea de comentar lo que, suponemos, a nadie le importa. Volteamos a ver
lo que alguien hacía, para distraernos, para reírnos, para ocasionar
algo en lo que no se hacía monótono, sino una novedad en cada segundo
que permanecíamos estáticos con nada. Y con nosotros.
“Veía a menos de 5 centímetros la línea que remarca la expresión
de cualquier sentimiento, la leve curva que hace pronunciada su mirada y
luego la hace poco menos brutal. Daba cuenta de su color en cada uno de
los dos que tiene, las ondas que se forman en cada uno con el brillo y
destello que daba la luz a ellos, pero seguramente pienso, que ellos
daban ese brillo y ese destello a la luz. La terminación que tienen,
haciendo un filo de noches que no le terminan y otras que no le duran,
de las tardes que le suplican y de las otras que no la encuentran.
Miraba despacio cada grieta que tiene perfectamente marcada en el
superior y en el inferior, que son los que provocan taquicardias
cuando te tocan, que en un momento dado lo supe, que te entregan el
cielo en las manos de una manera tan sencilla y te vuelan a quererlos
tocar una vez más hasta que se haga una vez más, cada dos segundos.”
Me besó.
Me caí, me fui derecho donde la muerte me espera, sin saber tiempo ni
lugar; una secuencia de síntomas, de colores, de canciones, de todo que
se hacía nada y luego otra cosa me llevaba a una que desconocía y me
olvidaba de ésa, para volver a recordarla cuantas veces fuera necesario.
La besé, me besó.
Y –al menos lo hice- quebré lo que no podía quebrarse sin tocar nada, y lo hizo así conmigo.
Me callé. Me maté. Me fui a su sonrisa (como siempre)
Colapsé en trescientas pinturas que me hablaban de algo que no
conocía y me enseñó cómo es que se hace eso del saber, eso de perderse.
No se cansa y no me canso ni me callo ni se calla.
Desde ahí, me hice a la idea de pensarle. Pensarla. Pensarnos. Todo el tiempo.
domingo, 13 de julio de 2014
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