Azúl Mayán.
La
jaula cuadrada dónde ese par de canarios australianos pasan sus día me
dé pena, ese sí, no, sí, no, del alambre y el espacio que va dejando
entre engarce y engarce, para dar la ilusión de “libertad” esos vacios
que le permiten al par de aves sentir el aire correr por sus alas, que
bondadosamente el fabricante pensó en pro de una mejor vida en
cautiverio es, tan cruel.
Es
malvado el hecho de mantenerlos en un estado para el que no nacieron;
es cierto que la vida silvestre cada día es más reducida, y su hábitat
está mermado, pero ¿sustituir el cielo por una confortable vista al
patio o pasillo? En dónde, para gloria del “dueño” oirá su trinar que
seguro interpretara como señal de alegría. ¿De Alegría?...
Si
bien los dotan de una pareja para que se reproduzcan como debe ser y
los alimentan a sus horas, guardándolos por la noche y tapándolos del
frío, poniéndolos al sol para que agarren fuerza. ¿Fuerza, para qué? ¡No
van a volar!
Si
canta es por que será el único derecho que no tiene limitado, en caso
de que tenga ganas de lo contrario el pájaro seguro será desechado.
Después de todo ¿para que quiere uno un pájaro que no canta?
Y
si la hembra se come los huevecillos la primera vez, no parará de
hacerlo, entonces no habrá negocio, es mejor sacrificarla, o
intercambiarla. En el mejor de los casos reclamarle al que se la vendió,
exigirle el reembolso o bien otra que si sirva para empollar y criar.
El cautiverio es bueno en estos casos solo que como buen animal no se da
cuenta del beneficio.
Yo
no sé de pájaros, nunca me han gustado escribo por lo que escucho, pero
verlos volar siempre me hace soñar despierta, sentir paz, verlos en su
estado natural planeando un aterrizaje suavemente es tan dulce, tan
sutil como el primer beso, tal vez por eso los canarios australianos que
viven enjaulados en el patio de mi vecina me dan tanta tristeza, siento
que los sueños se acaban y las pocos que hay los tienen encerrados en
jaulas, que los planes son malas ideas y que los besos se han acabado.
Una
sola vez tuve un pájaro, tenía las alas rotas y graznaba en lugar de
cantar, lo cuide demasiado, ya hasta me estaba encariñando, cuando
llegaba a casa medio alzaba sus alitas y me recibía con graznidos
chillones, aunque me paniqueaba la idea de sus gorupos lo acariciaba
suavemente, es que son seres tan vulnerables, le daba alpiste y un poco
de agua que no bebía , y mi botella de ron bajaba considerablemente, eso
me hizo sospechar, que algo andaba mal, le llamé a mi mamá y le
pregunte que si los pájaros soportaban el alcohol en su pancita me
contestó que no, extrañadísima me pregunto qué a que venía la duda y más
acerca de pájaros si yo les huía, así que le explique de mi huésped
eventual, me dijo que le mandara una foto para ver a tan primorosa
criatura, y ¡oh sorpresa!, que no era un lindo pajarito como yo creía
sino un Zanate negro de esos ladrones que roban todo lo que pueden con
el pico. Eso explicaba la falta de los sobres de azúcar, los relucientes
lentes carísimos de parís, el llavero de calavera y una bolsita color
dorado.
Lloré
al descubrir la triste realidad, yo pensando que era un canario Dark o
un cenzontle (los creía extintos ¿cómo iba a saberlo?), resulto un ave
ladrona, taimada y manipuladora, cuando se sintió fuerte ya tenía nido y
seguía yendo a mi casa por cacao, ¡descarado! Lo eché a la calle a
sombrerazos, y de pronto ¡voló!, voló dulcemente, eso calló mi llanto,
calmo mi ira y me hizo soñar, después de todo el tiempo que le invertí
no fue en vano.
Amo a los pájaros en libertad, tal vez es porque yo misma en este tiempo aprendí como volar.
@AZULMAYAN
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