Después de la tormenta llegó la calma. Hace un año, el panorama de Sergio Pérez era completamente gris en su paso por la escudería McLaren, pero ahora, encontró en Force India un bálsamo que lo tiene en la antesala de la que podría ser su mejor temporada en la Fórmula Uno. La vida carecería de sentido si no fuera matizada por altibajos, esos momentos álgidos que fortalecen el espíritu y engrandecen el alma.
Checo Pérez ha aprendido a ser paciente, a entender que todo llega en el momento justo y es ahí, donde ha sabido aprovechar para salir avante y emerger de entre las cenizas. “La fortaleza de Sergio (Pérez) es el carácter como piloto, casi cerca de la primera línea, además, ha aprendido a manejar para sacarle el mejor rendimiento al coche, esto quiere decir que procura que las llantas rindan mucho más, que el auto aguante más los cambios de velocidad, además de que ya tiene la habilidad para saber en qué momento puede sortear, hasta dónde puede aguantar y cuándo ya no puede. Esto era algo que antes se le criticaba, pues habiendo otras zonas para rebasar, se metía en los lugares menos probables de rebase”, describió Rodolfo Sánchez Noya, experto en automovilismo desde la década del 50, sobre las cualidades del Checo.
“Su evolución ha sido más que buena, no puedo decir que es excelente porque yo al Checo lo conozco desde que estaba en karts, trabajé con él antes de que dejara los karts y hasta que se fue a Inglaterra y mostraba saltos muy grandes, el salto que dio del kartismo a la Barber Dodge en EU fue sorprendente, ganaba todo. Después, en la BMW Fórmula en Alemania ganó todo; en Fómula Tres, categoría B, arrasó”, dijo a su vez Víctor Galván Juárez, ex agente del Checo en sus inicios.
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