domingo, 24 de agosto de 2014

Lo mejor de la semana / Columnas : Pensamientos en azul -- Olor a Soledad

Author: Azul MayanEmail: azul.mayan@agenciainformativablah.com
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Me topé con una conocida que hacía años no veía, somos contemporáneas y nos conocemos un poco las heridas, ella es ese tipo de mujer que aunque ande enfundada en un costal de café y un lazo al mero estilo franciscano levantara la mirada de los caballeros que la rodean, ninguno puede evitar voltear a verla, se encuentre solo o acompañado.
Nina es inteligente y de fácil trato, el inconveniente y por lo cual confieso abiertamente que le huyo es ese “olor a soledad” que siempre la ha acompañado (irónico)  aparte de una risa casi demente que me eriza la piel.  Y cuando digo olor a soledad es literal,  agarrándome de las metáforas para ser más explícita, huele a esa humedad rancia que hay en las alcobas vacías y viejas de las casonas del siglo pasado, o a cachanilla del desierto, esas plantas rodadoras, que por lo regular pasan en el momento más lúgubre de una película del viejo oeste. 
Su cercanía es fría, aunque ella,  su imagen no es ni cercanamente oscura ni misteriosa, más bien la lees rápido es como una tarjeta con mensajes positivos y carita “smile”  de esas que se vendían en los 80´s y te regalaban cuando enfermabas,  que al abrirlas emitían una canción cursi, melosa y choteada.
Así es Nina, siempre tiene novios pero nunca la acompañan en su andar por la vida, sé que tiene hijos, los cuales escasamente vi a su lado un par de veces, la soledad que traspira disfrazada de independencia es latente, me pone triste, a pesar de que me platica de sus planes, sus logros, sus sueños, sus ojos ahora más caídos, están velados por una bruma desolada, que vuelven sus palabras esquirlas de hielo,  me hacen querer correr al mar para quitarme ese desazón.
Envuelta en “Miss Dior”, con el cabello muy lacio y lánguido, con cara de rasgos suaves, silueta sutilmente delineada  y piel de durazno que empieza a secarse, me sorprende verla y sentir como toda ella pide a gritos desesperados  un abrazo, un momento, una cobija, es la misma sensación que tuve de ella al conocerla.   Involuntariamente doy un paso hacia atrás, por experiencia contada sé que es difícil sacarla de tu vida una vez que le das entrada, su risa esa risa que me petrifica y me eriza la piel se hace presente cuando me cuenta cómo es que su último compañero se fue de su vida, eso hace que quiera aventarme del elevador, pero es imposible.
Sale de prisa aludiendo que va a buscar trabajo, (brinca de casa en casa de labor en labor) y la veo partir despacio,  cuento 1,2,3 y empieza el ritual de cuellos luxados, como fichas de dominó hombre, tras hombre la escanean despacio, y de inmediato regresan a su labor  metiéndose en sí mismos como si alguien los descubriera y reprendiera por haberla visto.
Ella voltea discreta y la comisura de sus ojos parece que caen un poco más. 
Azúl Mayán
@AZULMAYAN

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