El que mucho se despide…
Dos
años lleva la gira de despedida del cantante ranchero Vicente
Fernández, quien dio el 10 de septiembre el primero de doce conciertos
en el Auditorio Nacional de la ciudad de México.
Frente
a casi 10 mil asistentes, el cantante emocionó a sus fans hasta las
lágrimas; lágrimas que él compartió en más de una ocasión. Con varias
interrupciones del espectáculo por prolongadas ovaciones de pie, porras,
solicitudes de no retirarse nunca, Vicente Fernández, de setenta y
cuatro años, acompañado de su mariachi, Azteca, cantó durante
dos horas y veinte minutos, casi cuarenta canciones que representan lo
mejor de cincuenta años de carrera artística.
Con la voz de siempre y el sentimiento al cantar que le caracteriza, el charro de Huentitán – como se le conoce – entonó, acompañado a coro por los asistentes al recinto, temas como La ley del monte, Acá entre nos, El rey, Mujeres divinas, Por tu maldito amor y otras más, que emocionaron a la concurrencia.
Agradeció
las oraciones de sus fans que le permitieron retomar su gira y pidió
oraciones por la salud de su amigo Joan Sebastian, quien está en
tratamiento por cáncer.
Varias veces a lo largo del espectáculo, utilizó su frase más conocida: Mientras no dejen de aplaudir, yo no dejo de cantar, que servía para animar un poquitito más a la ya de por sí animada concurrencia.
Vestido con traje completo de mariachi en color negro, con corbata de moño blanca, botonadura de oro y botas negras, Chente llevaba también a la cintura la pistolera, con todo y arma, porque era presentación de gala.
El concierto cerró con Volver, volver y como eco de su último verso, Chente salió del escenario para no salir de nuevo, dejando al público con la emoción a flor de piel.
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