lunes, 26 de mayo de 2014

Pensamientos en Azul



Por: Azúl Mayán

Azul Mayan en Twitter

Recordando a Carmina

Para crear recuerdos le bastaba con observar  las palmas de sus manos, fijando la vista con las pupilas tan  dilatadas que parecían hoyos negros  transportándola a   pequeños universos dónde guardaba cualquier cantidad de secretos.

Carmina así creaba su mundo, nadie sabía si lo que contaba era verdad o mentira, ante to
do cuando la desconcentraban.

¡Se ponía inquieta¡  rascándose la cara con mucha prisa, parecía que así estirando y encogiendo los dedos en contacto con su piel , guardaba todos los personajes que habían salido de sus ojos , y al des engarruñar sus dedos los impulsaba a regresar metiéndolos por los lagrimales.

Adonaí decía que eso era lo que pasaba porque después de eso  lloraba por lo menos 33 minutos,  máximo 60,  extrañamente nunca pasaba de este tiempo ni paraba antes,  eso me lo contó Amilcar, quien contaba todo, las cuadras, las rayas de su casa a la escuela, los puntos en la cara de quien se atravesara en su camino, las pulgas de su perro,  un día dijo que contó las estrellas pero eso si es mentira por que se hubiera vuelto loco, eso me lo contó mi abuela, - no cuentes las estrellas porque te vas a volver loco- no tengo porque mentir ella nunca se equivocaba.

Carmina era más grande que nosotros,  de tamaño por lo menos;  siempre andaba rodeada de mariposas, moscas, pájaros, abejas, mosquitos o cualquier animal alado que estuviera cerca, cada vez que la veía pasar tan quitada de la pena con su nube de aleteos, me alegraba de que los dragones ya no existieran,¡ porque si no que peligro para todos!, menos para ella,  nada la perturbaba, andaba muy tranquila   yo creo que porque nunca sentía frío ni calor, tanto aleteo le quitaban el calor, y si hacía frío los cuerpos tibios la abrigaban . Los bichos no la atacaban si yo no la hubiera visto caminar con esos espantosos zapatos rojos llenos de agujeros en la suela de tan fuerte que pisaba, diría que también volaba, pero eso ya es imaginación mía.
Cuando la veías a los ojos te perdías en ellos era como entrar a otro planeta y descubrir polvos, estrellas y obscuridades frías y desoladas que te calaban en el alma, no podías quedarte mucho tiempo paseando en ellos, aunque era fascinante por los colores, ese clima no era bueno para nadie, te helabas de inmediato hasta te hacía temblar, por eso mejor la veías de a poquito, a ver si en una de esas descubrías dónde escondía sus recuerdos.


0 comentarios:

Publicar un comentario