Cuando
sucedían cosas en mi casa, es decir cuando se suscitaban problemas o
habladurías, la cocina era el confesionario de todo aquel que tuviera
algo importante que exponer o contar con carácter de “confidencial” ,
ya saben ese asunto que era solo “de adultos” como las infidelidades
incontables de mi padre, la bocota floja de mi tío, la enfermedad del
abuelo, la sexualidad “dudosa” de los maestros que vivían en la esquina,
las adicciones de los hijos del de la panadería, y la libertad
amatoria proclamada a los cuatro vientos de las de los jugos.
Esos
temas se trataban a cuatro paredes solo por los que “ya daban para el
gasto”, eso les daba voz y voto en estos temas tan privados, y también
los hacía acreedores a pasar al banquillo de los acusados si eran
“cachados” en “lo oscurito” con la novia o novio en posturas que solo un
Entomólogo podría acomodar a sus insectos.
¡Hay
les encargo como los traían por lo menos una semana!, primero el papá
al que le correspondía el “muchachito/a” en cuestión se encargaba de
darle un sermón marca “porque jijos me puse en esa esquina”, después le
recortaban las horas de “hechar novio” y de ser posible esas visitas se
daban en la casa del “acusado/a” a vista de todos, hasta luz
luminiscente se les adecuaba con el fin de “evitar algún accidente”.
Obvio eso no evitó nada, casi todos mis primos tuvieron niño de
compromiso, pero al menos la lucha se le hizo.
Los
más chicos no teníamos ni la menor idea del porque los traían en
friega, entre comentarios mal intencionados, y trabajos forzosos, para
que “se les quitaran las ganas” de andar exhibiéndose; yo pensaba en el
exhibicionismo como un acto de payasos, dónde te exponescon
ropa y maquillaje caricaturesco para hacer reír a la gente. Eso
pensaba, así que cuando los acusaban de “exhibicionistas” creí que ser
payaso era ridículo y vergonzoso para ellos, por eso los ponían a
trabajar en el oficio de la familia, tan cansados cargando y descargando
que, ¡ni ganas de ir a un crucero a mover las pompis falsas de globo,
ni ganas les quedaban de ir a la “esquina”!, en fin conceptos inocentes.
Cuando
le preguntaba a mi mamá por qué estaban castigados hacia la señal de
silencio con el dedo en la boca y me decía con voz bajita – Te explico
en la casa-. Mi déficit de atención es latente desde esa tierna edad,
así que para nada recordaba lo que me tenían que explicar y la verdad
no me importaba, era parte de la vida privada de cada familia y más aún
de la vida íntima y privada de mis primos, que al ser descubiertos en
sus despertares sexuales, lo que menos querían es que el mundo se
enterara, de sus ires y obviamente venires (jeje).
Tampoco
me importaba cuando, como o con quien compartían su anatomía, las
vecinas, mi padre, o los hijos de Catita que sin precaución repoblaron
el barrio.
Es decir para eso se llama intimidad del latín Intus=Dentro
“La
intimidad es la esfera personal de cada uno, en donde residen los
valores humanos y personales, siendo un derecho fundamental para el
desarrollo de la persona y de la familia. “
De
Moral ese ya es un tema más extenso, que este bien o mal esos conceptos
son personales ¿dónde empieza el negro y termina el blanco?. La
cuestión que me brinca es ¿Para qué tantos videos sexuales, de
adolescentes? De los que estoy segura ni sus calzones saben lavar, es
más me surge otra duda, ¿saben para que están teniendo sexo? Ya no digo
la romántica idea de “hacer el amor”, y esas fotos en poses sugerentes
dónde se leen “despáchese todo gratis” y no es cuestión de género los
chicos emulan al más experimentado chichifo de la zona rosa en sus
fotografías mostrando abdomen y sus “crias de conejo” en sus flacuchos
bracitos.
¿Los
padres pensaran que es bueno saber un oficio?, total con tanta
exposición del gobierno con sus diputadas, diputados, personal docente y
administrativo y el atractivo sueldo. ¡Caray! ¿Sólo a eso se puede
aspirar?.
Quien sabe pero de que últimamente está lleno de payasos, está lleno.
Azúl Mayán
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